viernes, 21 de febrero de 2014

Generación Y

Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico. • Generación “Y”: Conocida como Generación del Milenio o Millennials, es la cohorte demográfica siguiendo a la Generación “X”. No hay fechas precisas para cuando la Generación Y comienza y termina. Los comentaristas utilizan las fechas de nacimiento desde comienzos de la década de 1980 hasta el 1995. http://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_Y • Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. http://lema.rae.es/drae/?val=politica La política la entiendo yo, como toda actividad social que tiende a relacionar al sujeto con el poder. A su vez, poder, es para mí, la capacidad de un sujeto para hacer o no hacer, según su voluntad y que otros hagan o no hagan, según la voluntad de alguien. La política se presenta para mí, multidimensionalmente, porque el poder es multidimensional y cada faceta de la vida misma está relacionada con el poder. Si el actuar es connatural al hombre, el poder siempre estará relacionado a la actividad humana, en todos los ámbitos, se podría construir así una politología sobre todo, y toca reflexionar sobre la politología de la generación “Y”. La generación “Y” es la sucesora de la generación “X”, en la que yo nací, la generación de los “hijos de la televisión”. ¿Cómo era mi generación en la política?, ¿cómo era y es la política en mi generación?, ¿cómo eran las políticas de mi generación?, ¿cómo se contestan y contrastan todas las respuestas de estas preguntas ante y con las contingencias de la generación actual? En mi época, la política tenía en los comienzos de mis recuerdos, un tinte épico. La vuelta a la democracia, los grandes discursos, el último suspiro de las grandes utopías, el paso final del pasado a la modernidad, que tanto demoró en llegar a nuestro país, habiéndose saltado la revolución industrial que aún no termina de desembarcar en nuestro barrio ecuatorial. En los ochenta, los insultos diarios en TV y prensa, el diario bombardeo de polémicas, denuncias y contra-denuncias. La poca renovación, en los cuadros políticos, la nula reciprocidad entre el actuar de sus líderes y las ideologías de las cuales son subsidiarias. Los continuos cambios de camiseta, los negociados, las coimas, los ministros destituidos, la eterna pugna entre poderes, el súbito enriquecimiento, de quien alcance un tiempito de poder, fueron elementos co-constructores de idiosincrasia, en un juventud que creció, bombardeada por la publicidad y la propaganda y que fue haciendo sentir a los jóvenes que las marcas eran más importantes que las cosas, que los alimentos, que las palabras y los sentimientos, es más, para nuestra generación la marcas se volvieron generadoras de sentido y por lo tanto engendradoras de significado, palabras, sentimientos y vivencias. Esta historia de la generación “X” en Ecuador, llega a su plus-híper-vértigo, con el Yamilazo, en el año 2000, trágico momento en nuestro país, que presagió la crisis que sufrió Estados Unidos diez años después y Europa quince. Tenía que haber respuestas, tenía que haber una subversión en el imaginario colectivo, tenía que haber una pronunciación emblemática e icónica, y llegó. Llegó con la frase del movimiento Ruptura 25. “¿Quiénes jodieron al país? todos, todos jodieron al país”. Este pronunciamiento, no fue neo-nato en el año 2000, creció y se desarrolló con la generación, fue el vivido sentimiento de asco, que los que nacimos a finales de los 60 y principios de los 70, vivimos a diario y sufrimos. Sufrimos, en silencio, un sufrimiento tácito, testificando la indignación de nuestros padres, al ver que su utopía, solo sirvió para que unos cuantos políticos cambien mentiras por millones, quiebren al país y se manden a cambiar. Regresemos mentalmente a los 80´s. En los 80´s, se fue súper-empoderando el consumismo como estilo de vida, vivir para tener, ¿pero tener que?, ¿tener status?, el status es necesariamente subsidiario de tener algo, algo que otros no tengan, y ese algo debe ser, algo que uno tiene, o mejor dicho, que otros lo necesiten y lo necesiten con urgencia. Esa es la cruda naturaleza del valor y esa es la cruda razón de la existencia del poder. En los 90´s, ese algo, trascendió lo meramente físico, ese algo se volvió un nudo entre lo simbólico, lo imaginario y lo real (robándole unas líneas a la teoría lacaniana). En los 90´s ya el poder lo asignaba, la relación entre el sujeto y tener algo imaginariamente plus valuado, que se identifica con un poseedor ego-inflado, a tal punto, que ese tener lo define como ser-en el mundo y define su identidad. La generación “Y”, hija de la “X”, heredera de la desidia, creció con un “queme-importismo” ante la política y termino adoptando el “queme-importismo” como política de su generación. No se puede crecer en un desierto, sin adoptar una desierta forma de ser y un desierto estilo de vida. No se puede ver el abismo, sin que el abismo mire dentro de uno, diría Nietzsche. Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico. El consumismo de nuestra generación “X”, hoy ha evolucionado en Tecnofilia, el “queme-importismo” se ha vuelto compulsión, osea una sobre-importancia de rituales que el ser humano, necesita para ser, ser-en el mundo, ya que su vivencia, no engendra valor si no se está auto-re-valorado en el espejo de la opinión del otro, que lo ve, lo escucha y lo lee en las redes sociales o en la comunidad virtual. Así, el hombre “Y”, es hoy un hombre singular, tan singular es, que no se deja decir hombre, ya que el argot popular ha cedido ante lo que se considera “políticamente correcto”, y ha tomado por moda o por convicción, el nombrar andrógino, en el signo de géminis: amigas y amigos, señoras y señores, ciudadanas y ciudadanos, todas y todos, en un discurso ideológico de género, que degenera el lenguaje, en contra de la etimología y a favor de ese machismo invertido que es el feminismo. Entonces el posmoderno hombre “Y” nació en una particular cuna de significantes, nació en un lenguaje que no hace sentido, sus símbolos no significan en estándar, significan en el significar para sí mismo, lo que otros le dicen o le hacen sentir y eso que le hacen sentir, ya no tiene siempre, nombre, ya no tiene siempre significado, no hace insignia, es como un sueño donde nos persigue alguien a quien no le vemos la cara, un fantasma. Este posmoderno hombre “Y” nació acunado en un lenguaje donde el significado está a-dicto e in-audito, no se puede decir, porque lo dicho, no hace sentido para otro, el significante no traslada ya sentido, su sintaxis, no construye sindéresis, este es el lenguaje de la dependencia, que escapa a ser simbolizado, que no puede ser representado, que necesita ser visto, más que dicho, que necesita ser tocado, sentido y mirado, más que hablado, razonado, interpretado y computado. Nada de lo anterior se entiende sin entender la economía del deseo, nada esto se entiende, si no se puede decir, es necesario haberlo vivido, o creerse como yo me creo, entre dos generaciones, entre la “X” y la “Y”, o haber crecido en la “X” y estar decreciendo en la “Y” y razonar desde la “X” y ser ignorado-asimilado, despreciado-admirado, olvidado-recordado y entendido-desentendido por la “Y” osea por la generación nueva, de cosmonautas virtuales, cuya sombra veo en vivo y con cuyo ser liquido me des-entiendo a diario. Si redirigimos la mirada a la economía del deseo, y entendemos que se desea lo que no se tiene, eso que se desea es lo que hace falta, y eso que hace falta, urge alcanzar y lo que se busca tiene tanto valor, porque escasea, obtener eso que escasea representa poder, así le otorgamos poder a quien creemos nosotros que tiene lo que nos hace falta a nosotros, quien tiene eso que nos hace falta para “ser”, ya que estamos hoy en día, vacíos a punta de tanto consumir productos culturales vacíos de más significado que no sea el “ser” para otros objeto de deseo, deseo de poseer, deseo de ser, deseo de gozar, deseo de abusar, deseo de destruir, deseo de ser deseado, deseo de vivir, deseo de sobrevivir, deseo de morir, deseo de matar, deseo de consumir, diferentes dinámicas de la economía del deseo y del goce de desear y ser deseado con urgencia y desde la urgencia, la necesidad, la dependencia y la compulsión. Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico, porque determinado objeto-idea-palabra-icono-símbolo representa algo que me urge poseer, usar, abusar, ser, destruir y que yo solo logro identificar como necesidad urgente, que muchas veces es no dicha, osea a-dicta, por lo tanto compulsiva. Este es el secreto del mercado, este es el secreto de las fortunas, este es el secreto del abuso de la dependencia que sufren los que realmente creen (imaginario) que no tienen algo (simbólico) de los que realmente se supone (imaginario) tienen eso (simbólico). Quiero explicar entonces la dialógica del poder en el posmoderno hombre “Y”. Un ser que no puede entender por qué busca desenfrenadamente eso que le muestra poder, eso que desea, que ve en los otros, o en una cosa, que por el arte de magia de la identificación, presume y asume que es lo que necesita para “ser” él, un ser vivo, o sentirse (imaginarse) vivo. Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico. Así, unos siguen a otro, que se presenta como un líder, porque dice lo que ellos no se atreven a decir, o porque dice lo que su antiguo ideal del yo, no se atrevió a decir. Y así como mi generación compraba a la moda, hoy el hombre “Y” es a la moda seguidor del súper-líder-mediático-mesías de turno, porque este sí es diferente, porque este sí es especial, porque este sí es la marca que le vendió la industria electoral que ha sabido manejar mejor la demanda existente en el mercado del consumo ideológico, que siempre será subsidiario de los fantasmas y terrores idiosincráticos, heredados por generaciones desde el tiempo de los mitos y los arquetipos. Entonces hoy el posmoderno hombre “Y” sigue al líder político y por identificación con el milita, pero no milita en grandes cantidades, ni por largos tiempos, milita como los creyentes que se auto-asumen “no-practicantes”, esto es, sin mayor disciplina, pero creyendo. El posmoderno hombre “Y” es un político, que se ha creído el cuento de que todos somos políticos y que ser político es estar vivo, sin embargo, sigue al líder por identificación, es como por inercia, pero una inercia que es una corriente contra lo viejo, porque lo nuevo que ya no es estrictamente nuevo si es moda y es una corriente demasiado fuerte como para no dejarse llevar, por que salir de la corriente, implicaría pensar en ello y para pensar, se necesitaría argumentos y estos necesitan de conocimiento, pero el posmoderno hombre “Y” no tuvo tiempo para conocer, leer, razonar, aprender, reaprender, deducir, inducir, criticar, reflexionar y argumentar, está demasiado ocupado en vivir, está demasiado hipnotizado por el diario re-híper-mega bombardeo de señales que a duras pena logra hipo-decodificar, ya que la interpretación no logra procesarse en las milésimas de segundo que le ofrece el tiempo real de la actual tecnología 2.0 ¾ casi 2.1. Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico, y los símbolos mutan no solo en significación, sino también en su poder, los símbolos representan constructos que sobreviven en el imprint del imaginario cultural, los símbolos son según Popper, entes que viven en el mundo cultural, ese mundo co-construido entre el físico y el psicológico, mientras lo que uno cree, entiende, supone y añora existe solo en el mundo imaginario según Lacan, En todo caso, los símbolos representan ideas y Morín nos dice que las ideas no solo son poseídas por nosotros, sino también que nos poseen y si le creemos a Sartori, y la sobresaturación de imágenes ha hiper-estimulado nuestra psiquis y reformateado el software mental de la nueva generación, nuestra nueva aldea global esta poblada hoy de neo-sapiens, que son nuevos navegantes trans-inter-multi-culturales con características tecno-postmodernas que les permiten híper procesar información, con una rapidez y una definición a tiempo real que no podemos entender, quienes no nacimos en la generación “Y”. Es un hecho que la estructura mental y cultural del posmoderno hombre “Y” ha evolucionado. La rapidez e instantaneidad de la vida actual tiene una característica prima, hoy se conoce de una manera diferente, hoy se conoce directamente atraves de la visión (imágenes), dicen los entendidos sociólogos y antropólogos de la postmodernidad, yo creo que hoy se conoce principalmente atraves de la identificación. La vida tan rápida, las herramientas tan directas, la comunicación tan fácil, no da tiempo para mayores procesos, y el más rápido, instantáneo y directo, la identificación, mueve, ata, amarra, enamora, somete, resiente, separa, defrauda, divorcia, etc… La identificación y su uso, por los gurús (directores de comunicaron) del neuro-marketing y la neuro-comunciacion digital, se volvió ya un mecanismo, cual arma superpoderosa, quien la maneja y controla tiene hoy súper-poderes. Cual súper-mutante-cerebral, el shaman-guru postmoderno, diseña estrategias y si logra controlar la coyuntura, consigue poner a la audiencia (el pueblo) en tono (sintonía) con el discurso vendedor de su cliente (líder). Entonces, hoy, la política presenta súper líderes, que son seguidos a tiempo real, gracias a las súper comunicaciones posmodernas y que logran en segundos la convocatoria inmediata, manipulando los sentires, expectativas y creencias de la audiencia con los súper-poderes mediáticos que generan la identificación automática y directa de sus electores. Así el súper-poderoso líder “Y”, cual gran mago, logra la identificación-sumisión de su elector-cliente-seguidor, de tal forma que no se cuestiona, porque sigue a quien sigue, ya que lo sigue es a un líder, no a su mensaje, porque se identifica con el mesías, no con su evangelio. Así, El posmoderno hombre “Y” se alinea en el socialismo, si haber conocido a Marx, en el liberalismo sin haber conocido a Smith, en el psicoanálisis sin haber conocido a Freud y no importa. El discurso del líder, puede estar preñado de falacias, pero ¿qué tiene de importancia las falacias, cuando no se sabe que es una falacia?, además, el discurso del líder no tiene más valor que el de arengar a su tropa, no tiene valor por si mismo, el discurso del líder, sin el líder no existe, las ideas no son ya inmortales, los inmortales son los posmodernos lideres “Y” del siglo 21. Hay veces que lo único real, es la asignación imaginaria que el otro le atribuye a alguien, de poseer algo que solo existe en el orden simbólico. Si lo que tiene valor, es lo que falta, lo que más falta, tiene más valor, ese es el origen del valor, lo valores, el poder y los poderes. ¿Quién asigna el poder?, en este caso el cliente, el elector, que es el poseído, que es el identificado, atraves de su adhesión, militancia, creencia, devoción, seguimiento e identificación. Si no se sigue al ídolo, el ídolo deja de ser ídolo, se vuelve idea y después se vuelve nadie, se olvida. La mirada del otro le asigna la insignia, lo significa, lo hipertrofia, lo iconiza. El líder “Y” posmoderno, es un actor, que como todo actor necesita de espectadores para ser, su razón de ser es el performance, sin audiencia el actor es nadie. Existe el líder porque hay audiencia, el líder es súper-poderoso, porque la audiencia lo atiende, el puente son los medios, el control de los medios, permite hipnotizar a la audiencia que en tiempo real se identifica con el personaje mesiánico y vive la experiencia, va al sufragio, vota y al votar, permite que los proyectos elucubrados por quien tiene el poder se concreten. Lo único real, es la asignación imaginaria de poseer o no poseer algo que solo existe o no existe en el orden simbólico. Si no te miro, no existes, le dijo mi ser a su reflejo en el espejo, sin embargo el espejo sigue existiendo, pero ni siquiera es un espejo, es un pedazo de vidrio enmarcado, colgado en la pared. Eduardo Roldós Arosemena. Bibliografía: 1. Popper, Karl; El Desarrollo del conocimiento científico; Paidos; Buenos Aires; 1967. 2. Freud Sigmund. Obras Completas http://centrodedifusionyestudiospsicoanaliticos.files.wordpress.com/2013/03/volumen-xix-e28093-el-yo-y-el-ello-y-otras-obras-1923-1925.pdf 3. Morín Edgar. EL Método I http://www.edgarmorin.org/libros-sin-costo/81-edgar-morin-el-metodo-i.html 4. Lacan Jaques. Lo simbólico, lo imaginario, lo real. http://edipica.com.ar/archivos/jorge/psicoanalisis/lacan3.pdf 5. Lacan Jaques. Escritos. http://www.bibliotecanueva.es/admin/links/Jacques_Lacan_Escritos_1.pdf 6. Sartori Geovanni. Homo Videns. La Sociedad Teledirigida. https://docs.google.com/document/d/1y5d7aTr_Shmj41UzHpB2Be5_uDxReMygErHrfHhSDro/edit?pli=1 7. Fiedrich Wilhem Nietzsche. http://es.wikiquote.org/wiki/Friedrich_Wilhelm_Nietzsche 8. El Neuromarketing. http://www.neuromarketing.com.co/ 9. Neuro-comunciacion. www.cqlp.es/index.../2_97d8c01b0a5e0d0a97ea09edd723d921.html‎ 10. Tecnofilia: Una nueva Obsesión. http://tecnofiliaunanuevaobsesion.blogspot.com/